DIEGO MUÑOZ MARROQUÍN
Disfrutando de las fiestas del San Pedro y viendo el encuentro de la ciudadanía en los diferentes escenarios públicos destinados a ellas, llegó a mi mente la necesidad de escribir sobre un tema directamente relacionado y que hace la gran diferencia entre una ciudad desarrollada e inclusive y nuestros pueblos, generalmente desiguales y poco amigables con sus ciudadanos.
En todas las naciones y ciudades hay personas de diferentes ingresos y capacidad adquisitiva, por ejemplo, bien diferente es el Bronx de New York al Manhattan de la misma ciudad, donde está uno de los metros cuadrados más costosos del mundo, por lo tanto, no es eso lo que hace la diferencia entre una gran ciudad y una de las nuestras, la verdadera distancia entre una y otra está en los espacios públicos y su capacidad de integrar a toda la ciudadanía en ellos, sin que los mismos sean para el disfrute de algunos pocos privilegiados.
Al Central Park o a Times Quare o al Bryant Park de Manhattan va cualquier persona del Bronx, de Staten Island o del mismo Manhattan, en dichos espacios convergen todos los estratos sociales de la ciudad, de la misma forma en que encuentras a alguien del Bronx haciendo la siesta, encuentras a otro de Middel Manhattan haciendo deporte, en todas las cuatro estaciones hay actividades públicas para todos, así, en invierno ponen pistas de hielo y en verano hacen temporadas de cine o grandes conciertos para toda la comunidad Neoyorquina.
Aparte de esos espacios para todos, el sistema de transporte público es mucho más eficiente que el particular y por eso el ejecutivo de Wall Street prefiere utilizar el metro y compartir ese espacio con el obrero de Long Island o el profesor de Brooklyn, que usar su propio vehículo que lo retrasará más y será mucho más costoso que el transporte público.
El domingo pasado, en la elección de la señorita Neiva que se realizó en el Parque de la Música: Jorge Villamil Cordovez, pude ver y sentir una ciudad inclusiva, con un espacio como este, en el que estaban reunidos todos los estratos sociales, los empresarios, sus empleados, sus dirigentes, todos conviviendo y disfrutando en paz de sus espacios públicos, apropiándose de ellos y sintiéndolos como suyos, de eso se trata construir ciudad, aquella en la que a pesar de nuestras diferencias podamos compartir sin problemas.
Si a esto le sumamos un transporte público eficiente, que la ciudadanía prefiera en lugar de su carro o moto; si podemos tener y apropiarnos de nuestro parque isla (casi tan grande como el Central Park y seguramente con mayores atractivos) pronto podrán con gusto y no burlescamente llamarnos “Neiva York”.