La Nación
COLUMNISTAS

El comentario de Elías, Economía de circo. Por Jorge Guebely

Si queremos superar el desastre humano, tocará amainar la cultura política, moderar la adhesión devota. Rebasar los políticos, esos permanentes defensores del poder económico. Si queremos superar el desastre humano, tocará amainar la cultura política, moderar la adhesión devota. Rebasar los políticos, esos permanentes defensores del poder económico. Nadie cambiará su naturaleza, durante ocho milenios han cumplido la misma misión, fichas fundamentales del ajedrez: rey y reina, alfiles y torres. Piezas del privilegio, de escasa o nula dimensión humana. Los padecimos con reyes y virreyes en tiempos coloniales; saquearon plata y oro y sangre para sostener la aristocracia europea y el poder papal; promovieron guerras contra la reforma luterana para mantener el estatuto quo. Y en nuestra República conservadora, cuando sólo defendían capitales rurales, los de los terratenientes prestigiosos, ensangrentando el país con guerras declaradas a sus enemigos históricos, los liberales. Los padecemos en la actual República liberal, rojos y azules sirven a capitales de origen urbano, especialmente los multinacionales, con engañifas y fuego en toda la Nación. Nadie les quita la vocación servil, ya sea mandarín de la China antigua, o vasallo de la edad media, o gobernante de hoy. Su docilidad con las elites los induce a creer en la economía de circo: si a los dueños les va bien, a los trapecistas también y también a los porteros. Favoreciendo a los ‘eupátridas’, buenas migajas le caen a la turba. Si a Pacific Rubiales le va bien, a mí también. Nunca diseñan y ejecutan políticas respetuosas para los desheredados, los ‘fracasados’ no merecen respeto, sólo sobras. Innoble costumbre: de rodillas ante los privilegiados y altaneros ante los marginados. Ni siquiera la izquierda es diferente, no ha inventado nada políticamente, excepto un discurso contestatario, valioso pero insuficiente. Abraza aún los modelos tradicionales, los ejemplos abundan. Tampoco es alternativa, no ha trascendido las fronteras políticas. Históricamente posee un pensamiento nuevo pero sus militantes actúan bajo los parámetros viejos. No entiende que la tierra está poblada de seres humanos y que los dogmas sólo son artificios. Tampoco acepta a Marx en su pensamiento: ‘La emancipación política no es la emancipación humana’. Sigue inmersa en la idolatría política, desechando la liberación humana, la auténtica evolución de la especie. La mayoría sólo sale adelante con un proyecto de humanización, construir el ser humano, y no cuenta con la política. Los políticos han hecho durante ocho milenios lo mismo que hacen hoy: proteger fortunas en detrimento del ciudadano, promover codicia en perjuicio del desarrollo humano, arruinar la especie para edificar capitales. Y continuarán así durante los próximo ocho milenios si no optamos por una cultura ciudadana en lugar del constructo político. lunpapel@gmail.com