La Nación
OPINIÓN

¿El mejor Ministro de América Latina?

La revista británica “The Banker”, una publicación del periódico inglés “Financial Times”, escogió al Ministro de Hacienda y Crédito Público, Mauricio Cárdenas Santamaría, como el Ministro del Año en América Latina.

La publicación, realizada por una de las casas editoriales más influyentes de Gran Bretaña, destaca la evolución económica que ha tenido el país en el último año, bien por la taza de crecimiento en  la generación de empleo, así como también en la gestión realizada por el gobierno en busca de reducir la pobreza extrema en los sectores más vulnerables de Colombia, el control inflacionario y la sostenibilidad de la inversión.

Colombia se ha destacado en los últimos años, por paradójicamente, tener a varios de los Ministros más destacados en el sector financiero. Oscar Iván Zuluaga, Juan Manuel Santos, Alberto Carrasquilla, Juan Carlos Echeverri, y ahora, Cárdenas Santamaría. Digo paradójicamente porque a pesar de los reconocimientos, el país aún se queda corto a la hora de tener una estabilidad en cuanto a la política económica.

Es decir, de que por ejemplo, las medidas que influyen a toda la ciudadanía no deban estar sujetas al cambio de gobierno. Son, por ejemplo, totalmente diferentes los índices de inversión extranjera si comparamos los últimos tres períodos presidenciales, bien en la era Pastrana, Uribe o Santos. Esto estuvo definido, entre otras circunstancias, por la política que se impuso en aspectos como el conflicto armado, los lineamientos tributarios, la firma de tratados de libre comercio, las relaciones internacionales y el crédito extranjero.

Un claro ejemplo del objetivo al que se debe llegar en el país, es la realidad que vive hoy en día Bolivia. Luis Alberto Arce, Ministro de Economía desde el 2006, y uno de los principales soportes de Evo Morales, ha logrado construir en estos casi 8 años lo que algunos expertos han llamado como “El milagro macroeconómico Boliviano”, gracias a políticas prácticas, como por ejemplo que el fisco haya logrado un estado de amplia liquidez por medio de la venta de gas a Brasil y Argentina; o que se haya convertido en una directriz nacional el poco endeudamiento y la solidificación de la inversión interna, generando un importante crecimiento del P.I.B., hasta alcanzar un suntuoso 5,2 % al final del año, muy superior al 1,3 % de América Latina en general.

La gran diferencia que se puede presentar con Colombia, además de la sujeción al cambio de Gobierno que impacta de manera tan directa el sistema económico nacional, lo que no permite que haya una estabilidad financiera, es que por ejemplo en nuestro país la centralización del grueso del sector productivo impide que las regiones más apartadas tengan un igual porcentaje de inversión estatal.

El Chocó no va a recibir la misma atención que Antioquia o Bogotá, y esto, aparte de promover la discriminación económica e industrial, está subvalorando la productividad de la totalidad del país, generando que sean las multinacionales extranjeras la que saquen un mayor provecho de los recursos nacionales, impidiendo que la misma Colombia usufructúe un porcentaje importante de esa misma explotación. 

Un reflejo de la ineficiencia de la cual hago alusión, y una de las principales críticas que se le hace a Cárdenas Santamaría, es que por ejemplo, bajo su gestión, se siga decretando el precio de la gasolina, no conforme a la dinámica del precio del petróleo, sino respondiendo a la voluntad del Gobierno, sin importar el beneficio o perjuicio al bolsillo de los colombianos.

Esto lo que demuestra es que aún las políticas nacionales no se adaptan plenamente a la realidad del ciudadano común; y que las cifras y resultados que tan buena imagen generan en el extranjero están lejos de crear una dinámica de integración nacional, generación de un mayor nivel de empleos formales, aprovechamiento de los recursos y la consolidación del producto interno, impidiendo la sostenibilidad independiente y constante de la economía, que tanta falta nos hace, y tanto nos afecta, a los que vivimos en regiones apartadas a la capital.