La Nación
EDITORIAL

El nuevo ministro de Defensa

Luego de la crisis que precipitó la tormentosa salida de Guillermo Botero, el presidente de la República, Iván Duque, decidió ayer nombrar a Carlos Holmes Trujillo como nuevo ministro de Defensa.

A Trujillo –quien se ha venido desempeñando como Canciller–, el jefe de Estado le encomendó las tareas de sacar adelante la política de seguridad ciudadana y arreciar la lucha contra el narcotráfico y, particularmente, desarticular las estructuras criminales vinculadas con ese delito.

Sobre narcotráfico, Duque dijo puntualmente que el nuevo ministro tendrá a su cargo “los retos de desarticular las redes de narcotráfico” y lograr este año cifras récord en términos de incautaciones de drogas.

Además, será su misión continuar con la coordinación internacional de la campaña transnacional Orión, que adelantan 22 países contra el narcotráfico. “Tendrá, también, a su cargo, por supuesto, enfrentar a los grupos armados organizados en todo el territorio nacional”, fue lo que dijo, entre otras cosas el mandatario de los colombianos, al anunciar en la Casa de Nariño el nombre del nuevo ministro.

El jefe de Estado tiene razón en esas tareas que merecen una atención urgente por parte del nuevo ministro de Defensa. Sin embargo, hay que señalar que Carlos Holmes Trujillo tiene además el inmenso desafío de liderar un ambicioso plan para contrarrestar la inseguridad en las ciudades.

Neiva es un claro ejemplo de cómo los homicidios, los hurtos callejeros y el robo de motocicletas siguen siendo el ‘dolor de cabeza’ para la ciudadanía. Las extorsiones es otro asunto que inquieta y que impacta negativamente la percepción de seguridad ciudadana.

El ministro Trujillo, con su experiencia, sabe que esas tareas no las podrá cumplir él solo y que tendrá que hacer ajustes en todos los niveles si quiere dar resultados.

“Neiva es un claro ejemplo de cómo los homicidios, los hurtos callejeros y el robo de motocicletas siguen siendo el ‘dolor de cabeza’ para la ciudadanía”