La Nación
COLUMNISTAS

EL PADRE LLANOS

No criticamos a la autoridad papal, por silenciar al padre Llanos, muy conocido columnista místico. Los dogmas y las creencias, de vulnerable demostración, hacen parte de la personalidad y la vida social; salvo que se conviertan en atentado contra la libertad humana, hay que convivir con ellas. Es insensato pelear con dioses, mitos y rituales, que cambian de forma, pero siempre recurrentes en la historia; son el legado de los antepasados primitivos y reposan en las capas profundas de la personalidad. La virginidad de María, la transustanciación, elevados a dogma católico, bien pueden ser aceptados o no por la conciencia, así sea de un sacerdote. Siglos atrás, el Padre Llanos hubiese estado cerca a la amenazante hoguera de los defensores de la fe. Hoy, al menos en nuestro medio, el silencio impuesto desde El Vaticano, no huele a carne chamuscada. El padre Llanos más que un hereje, es un hombre que tolera opciones para interpretar la historia bíblica. La costumbre de observarse a sí mismo en forma plana y continua, no deja ver la conformación múltiple del sujeto. La conciencia, es una síntesis de la compleja capacidad  de generar imágenes que de alguna manera ya existen. Aquí puede estar el principio de la libertad humana; en la generación de opciones, como disposición intrínseca. La posibilidad de tener fe y aceptar la incongruencia del respectivo dogma, no puede tomarse como perversidad. Es el comienzo de la tolerancia y un sentido superior de conocimiento de sí mismo. Se trata de límites de la sabiduría empírica de los neurólogos, de la ciencia; la filosofía, la mera intuición, tienen que entrar a completar y explicar el proceso de la conciencia capaz de creer y no creer, como de amar y odiar al mismo tiempo; proceso, en principio, no aprehensible para el hombre. La esquizofrenia, el delirio, la alucinación, la pesadilla, son expresiones dramáticas de la múltiple personalidad, guardando representaciones síquicas como en una jaula oscura, pero que están vivas. De lo contrario, no se liberarían con tanta fuerza. Los sueños y ensueños son expresiones menores de tal multiplicidad. Aquí encontramos otro de los grandes enigmas; encontrar la vida, más allá de la química. Tanto el padre Llanos buscó la manera de acomodar su mundo a sus creencias, como la Iglesia defiende el credo, los símbolos de la organización mística. El sujeto como la fe, en tanto respeten unos límites, están en “su razón”. Hay que aceptar que la existencia, la vida, es una práctica por esencia imperfecta, no unívoca. A lo mejor, tal imperfección, es la explicación de la vida y de la historia.