La Nación
COLUMNISTAS

Endemia de la corrupción legal

Es ya común hablar de los carteles de la contratación. Hay  de diversas especialidades. No existen solo en Bogotá. Se han difundido por toda la nación. La vía ya expedita: La contratación a dedo y/o mediante pliegos de condiciones hechos a la medida del “ganador”.

Instrumentos legales eficaces: Las empresas comerciales y sociales del estado e institutos descentralizados y los convenios interadministrativos. La ley 80/93 y 1150/2007, fijó el marco legal perverso, las exceptuó y  tolera su corrupción. ¿Quién creó y aprobó el adefesio garante del saqueo? El congreso. Y los gobiernos y la institucionalidad garantizan su vigencia.

Sobre el desmadre del saqueo de los recursos públicos, a través de la contratación pública, concretamente se conocen los procedimientos y prácticas. Sin rodeos se puede decir, que el gobierno se niega a controlar y erradicar el flagelo. Hay procedimientos efectivos para controlarlo.

Hay carteles y cartelitos, en todas las instancias del poder.  De abogados, de ingenieros contratistas, de pensiones, de la salud, de comisionistas y clientelas, etc. Los  carteles de la  contratación pública, son los más comunes y que más daño hacen a la sociedad. Los dineros que se embolsillan y reparten los delincuentes contratistas, son fruto del esfuerzo tributario de todos los ciudadanos. Y las obras que se dejan de hacer, por el raponazo, camuflado de legalidad, a través del contrato negociado, afectan el bienestar y satisfacción de necesidades comunes del pueblo.

Además de la permisividad oficial-gubernamental, los órganos de control, orquestan paquidérmicas investigaciones para terminar sin resultados y mucho menos recuperar los dineros robados. La guerra contra la corrupción, es más compleja, traumática difícil que contra la guerrilla y el narcotráfico. Estos en gran proporción son consecuencia de ella. El Régimen no lo quiere reconocer así.

El quiebre de la corrupción, exige la modificación a fondo, de todo, pero todo, el marco legal de la actividad pública. ¿Quién se atreve a hacerlo? Se acaba la mina.

Los procedimientos contra los corruptos, deben ser sumarios y orales. Los delitos contra lo público deben ser imprescriptibles. Deben  establecer sanciones severas  contra funcionarios y particulares involucrados, entre otras: exclusión definitiva del servicio público y de la contratación con el Estado, por sí o por medio de consorcios o persona jurídica. Cárcel inconmutable, no inferior a 20 años. Todo acusado por corrupto, debe ser separado del cargo y si es condenado, debe ser investigado por enriquecimiento ilícito, hasta su cuarta generación y expropiados todos sus bienes.

Hay procedimientos para dominar  el flagelo. No hay quien los ordene y aplique. Pero además, el pueblo los tolera, con su indiferencia e impunidad social, manifiesta en el apoyo electoral que continúa dando a los corruptos.

 A propósito. ¿Quién y cuándo reintegrarán el detrimento patrimonial, ya declarado y por declarar, en el Elefante Blanco del Reservorio y otros anejos? El festín no cesa, con el reguero de contratos.

Seguirá el reguero de obras inconclusas y el saqueo del erario público, si continuamos eligiendo bandidos o timoratos oportunistas.