No se equivocó la ciudadanía en elegir a Gustavo Petro como presidente de este país. Presidente es lo que hay. Acá no hay un Presidente que enfila su Gobierno a perfilar y perseguir a la oposición. No hay un Presidente que esté chuzando a las altas cortes y persiguiendo a periodistas contrarios a su ideología. No hay un Presidente entregando instituciones a paramilitares. No hay un Presidente creando programas agrarios para regarles plata a los ricos del campo.
No hay un Presidente diciéndole a los congresistas “mientras no estén en la cárcel, voten nuestros proyectos de ley”. No hay un Presidente facilitándoles a sus hijos que se enriquezcan a la sombra de su padre, con artimañas y dineros del Estado. No hay un Presidente vulnerando el derecho a tener salarios dignos, al recortarles las horas extras a los trabajadores y eliminando mesadas. No hay un Presidente con Fiscalía y Procuraduría de bolsillo, permitiendo que los clanes mafiosos estén a sus anchas enquistados en el Estado.
No hay un Presidente amigo de la “confianza inversionista” permitiendo que el saqueo del Estado sea una alianza entre lo público y lo privado. No hay un Presidente desoyendo a algún Alcalde, que denuncia delante del Presidente que la mafia politiquera lo va a asesinar…Es asesinado y se premia al asesino. No hay un Presidente permitiendo un masivo asesinato de inocentes en manos del Ejército. No hay un Presidente permitiendo que asesinen a la gente por salir a protestar. No hay un Presidente del establecimiento de las entrañas del “empresariado”, que tiene a los medios de comunicación a su lado, lavándole la imagen sistemáticamente y encubriendo sus negocios. No hay un Presidente protegiendo a quienes se roban el erario.
Sí tenemos Presidente, lo que no ha tenido es un equipo de Gobierno bien cohesionado que esté a la altura de él. Es evidente que hubo personas que se unieron al Pacto Histórico para lograr puestos en el Gobierno y, sin escrúpulos, aliarse con clanes mafiosos para seguir saqueando el dinero público. Estafadores que, desobedeciendo incluso las directrices del Presidente, se quitaron la máscara de “dignos”, dejando ver su verdadera cara: la de corruptos.
Bien hace el Presidente en seguir enfrentado esas mafias, seguir denunciándolas. Ojalá reclute a varios Carlos Carrillo, para que sigan destapando las ollas podridas como la de la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Un Presidente que no le tiembla la voz para denunciar la corrupción en cualquier entidad del Estado, así sea la Fuerza Pública, a cualquier funcionario y así sea su propia familia. Sí tenemos Presidente. No lo duden.