Su disciplina le permitía dirigir un programa de radio, ser corresponsal del noticiero de NACIÓN TV noticias y ayudar con información a los medios impresos y digitales que demandábamos conocer los hechos más importantes de Pitalito y todo el sur de la región.
Pero esto no lo era todo, también estudiaba los fines de semana para convertirse en la mejor docente del país y el mundo, porque sabía que los niños serían su responsabilidad y el gran reto de su vida profesional.
Sin embargo, producto de su ejercicio periodístico, un sicario segó su vida y con ella se fracturó nuevamente la libertad de prensa en el Huila y el país entero que registró con preocupación este lamentable caso ocurrido en Pitalito.
La captura del asesino generó un show mediático, que dejó la sensación de un caso cerrado, sin embargo, familiares de la comunicadora saben que el autor intelectual sigue libre y amenaza con nuevas acciones contra la prensa que se atraviese en su camino.
LAS ACCIONES
La Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, con el apoyo de importantes medios de comunicación de Colombia, entre ellos LA NACIÓN, se unieron recientemente para visibilizar este hecho violento y evitar la impunidad que siempre ha reinado entre los periodistas asesinados.
En la investigación y recorrido por las calles de Pitalito se estableció que grupos de sicarios, tráfico de drogas, delincuencia y poder territorial, hacen parte del trasfondo del caso que ha sido negado por la Policía y la Alcaldía Municipal.
“Flor era insistente y poco a poco por su poder mediático se convirtió en una piedra en el zapato de los grupos delincuenciales que asechan en el Valle de Laboyos. No se quedaba callada y se salió del libreto de sus compañeros”, aseguró un informante de las autoridades que lleva el caso.
RADIOGRAFÍA
Hoy en el día del periodista, Flor Alba Núñez será recordada por sus grandes amigos, a quienes dejó huérfanos en todo el Huila. “Además de ser una excelente profesional, era un gran ser humano”, aseguró Gerardo Valencia, comunicador de Pitalito.
Flor, como la mayoría de periodistas del Huila ganaba poco, obligándola a trabajar en varios medios de comunicación para completar su salario, le tocaba pagar su seguridad social y su protección ante el riesgo de ejercer este oficio era mínimo. Su muerte generó en su familia dolor, rabia, resentimiento y un gran vacío, que hoy nadie puede reponer.
La Policía Nacional garantizó el ejercicio del periodismo en el Huila, sin embargo, sus compañeros temen en informar como lo hacían antes, de hecho, uno de sus compañeros salió de la región, por informaciones de inteligencia que señalaban que “era el siguiente en morir”.
LA MUERTE
El sicario siguió a Flor y el día de su muerte la miró a los ojos y le advirtió que sería asesinada. Aunque estuvo cerca de ingresar a la emisora, el verdugo le disparó por la espalda y dejó que se desplomaran sus sueños de ser docente y madre.
Una fuente judicial que conoció el caso informó que “por la muerte de la periodista se pagaron más de seis millones de pesos” y que fue clave para la captura la fotografía que desde un celular se tomó minutos después de su muerte, así como las cámaras de seguridad que siguieron el recorrido del sicario que huyó en moto y lograron identificarlo cuando se quitó el casco.
Descubrir a los responsables será fundamental para frenar la impunidad y el ataque contra los periodistas en Colombia. No se puede seguir lapidando esta profesión que muchos siguen ejerciendo con gran responsabilidad. “¡Qué no muera Flor, qué viva en nuestros corazones!”, piden familiares y amigos que claman justicia y verdad!
Aris Hernández, pareja sentimental de Flor pide que los asesinos sean capturados.
¡Justicia! Y que la “flor” nunca muera.
Periodistas laboyanos protestaron por el aleve crimen.