El incidente de desacato revivido en los últimos días por el Tribunal Administrativo del Huila, atendiendo una orden perentoria del Consejo de Estado, por las demoras en la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales para Neiva, debería llenar de vergüenza a nuestros gobernantes y a los mismos neivanos.
¿Cómo es posible que sigan pasando los años y la capital del Huila no sea capaz de construir una Planta para evitar seguir echándole nuestras aguas negras, que son nuestras propias porquerías, al río Magdalena? ¿Por qué se han priorizado otras cosas en la ciudad y no se le ha dado importancia a la protección del medio ambiente?
Lo que ha dicho el Consejo de Estado es bastante claro: Las gestiones emprendidas por las Empresas Públicas de Neiva no han sido suficientes ni efectivas para garantizar la construcción y operación de las tres plantas de tratamiento de aguas residuales, ordenadas para contener la grave contaminación del río Magdalena.
Después de 14 años de impartida la orden, los avances son insignificantes y aún persiste la grave vulneración de los derechos colectivos, entre otras razones, según el Consejo de Estado, por la falta de los estudios y diseños requeridos, pero ante todo por negligencias y falta de gestión de los gerentes de las Empresas Públicas.
Así como lo leen: han pasado 14 años desde que se ordenó que se hiciera algo para frenar la contaminación del Magdalena y no ha pasado nada.
Por estos días que muchos están preocupados por la suerte del río Cauca, este tipo de episodios también deberían despertar la atención. Lentamente, todos los neivanos, todos los que vivimos en esta ciudad, estamos ‘matando’ al río Magdalena.
Neiva necesita su Planta de Tratamiento de Aguas Residuales. ¡No más dilaciones! Ojalá la ciudad reclamara del próximo gobernante –Lara ya está prácticamente de salida—un compromiso más serio en esta materia.
“Por estos días que muchos están preocupados por la suerte del río Cauca, este tipo de episodios también deberían despertar la atención. Lentamente, todos los neivanos, todos los que vivimos en esta ciudad, estamos ‘matando’ al río Magdalena”
EDITORIALITO:
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