La Nación
COLUMNISTAS

Un país, dos realidades

Diversas interpretaciones se han dado en torno a los resultados de los comicios electorales del pasado domingo 25 de octubre con  la elección de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y juntas administradoras locales. Se trata de los primeros comicios regionales desde el inicio, en noviembre de 2012, de las negociaciones del gobierno con las Farc. Mientras en grandes ciudades capitales como Bogotá, Cali, Medellín y Bucaramanga, candidaturas originadas en campañas por firmas y el voto de opinión resultaron victoriosas, dejando en evidencia la creciente crisis de confianza de los ciudadanos en los partidos políticos, en varias otras ciudades capitales se impusieron las coaliciones y alianzas de partidos. En los municipios pequeños las maquinarias  terminaron por imponerse, podría decirse con propiedad que las elecciones regionales han develado que, como en el desarrollo socioeconómico, existe también en el político un país con dos realidades bien diversas.

Lo acontecido con Bogotá y Medellín, permite pensar que los lectores se han cansado ya de la dialéctica radical y que se inclinan más bien por el lenguaje moderado, la concertación y la búsqueda de soluciones a sus acuciantes problemas cotidianos. Por otra parte, se vislumbra  enorme la responsabilidad que tendrán los gobernadores y alcaldes electos en las zonas más afectadas por el narcotráfico, la corrupción y la violencia, de cara al post-conflicto y al manejo de ingentes recursos que ascenderán a 10 billones del presupuesto para el año 2016 y  a 90 billones adicionales para la década por venir. ¿Acaso verán los mandatarios elegidos la paz como un botín y no como una oportunidad de cambio? Esta es la preocupación de expertos como Eduardo Álvarez de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

Como lo destaca un importante órgano periodístico nacional, las elecciones regionales han desnudado la realidad de los partidos políticos en Colombia que, hoy por hoy, se han convertido en máquinas electorales y en fabricas de avales, dejando atrás las plataformas políticas y la misión de ser referentes ideológicos para el país y los candidatos mismos. Las directivas han usurpado el papel de las consultas internas o convenciones de militantes, ante la prioridad de ganar con el que más posibilidades tuviera, sin tomar  en cuenta su hoja de vida. Para bien de la ciudad, no sucedió así en Neiva.

En lo que se refiere a la equidad de género, cabe observar que apenas 5 de entre las 32 gobernaciones serán ocupadas por mujeres, tan sólo 2 de ellas sin acusaciones que las deslegitimen. Los partidos políticos, como lo ha señalado acertadamente la analista política, Cecilia López Montaña, se resisten a dar merecido espacio a la participación femenina.