La Nación
Una Constitución para honrar y respetar 1 15 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Una Constitución para honrar y respetar

Por: Flora Perdomo Andrade

Hace 30 años el país dio un paso soñado. Se promulgaba una nueva constitución resultado de un largo proceso en el que participaron los más diversos actores de la sociedad colombiana. El propósito, fortalecer el Estado, el Gobierno, la sociedad civil y la ciudadanía para responder a las gravísimas amenazas de los grupos armados ilegales y la parálisis institucional. Era la respuesta a la solicitud permanente de cambios estructurales y se pensaba que era el camino indicado para abrir más espacios y oportunidades a las nuevas generaciones.

Los expertos coinciden en que el mayor logro de la Carta Magna, fue darle vida a la tutela, una herramienta que ha sido fundamental para que los colombianos podamos hacer valer nuestros derechos; la Constitución permitió fortalecer el Estado y darle paso a la independencia de poderes, bajo su influjo se pudieron crear entes como la Fiscalía General de la Nación, por supuesto la Corte Constitucional, pero también se institucionalizó la libertad de cultos, la protocolización de los derechos fundamentales, así como la democracia participativa y la elección popular de alcaldes y gobernadores, entre otros.

Hay que decir que gracias a la promulgación de este documento, el país avanzó inmensamente con relación a la constitución de 1886, que a juicio de muchos era una norma restrictiva, atentatoria de las libertades individuales, para darle paso de esa manera a un Estado Social de Derecho, la defensa de la vida y los derechos humanos; pienso que ahí está la esencia de lo que los entonces constituyentes aprobaron con el objetivo de entregarle un mayor poder al ciudadano y de posibilitar un país con más y mejores oportunidades para su gente.

Pero también se produjeron otra serie de cambios que a nuestro juicio han sido fundamentales en el propósito de convertir a Colombia en un país más igualitario, como el reconocimiento de las minorías, étnicas, políticas y demás; hoy podemos hablar de equidad de género, de la defensa del medio ambiente, de la protocolización de la familia como eje y centro de la sociedad; también de los estados de excepción, la doble nacionalidad, la mayoría de edad para los indígenas y algo muy importante, y fue el podernos abrir y permitir a los acuerdos internacionales para que el país fuera visto de una manera diferente en cuento a la aplicación del derecho internacional humanitario, la defensa de la vida y el respeto por la diferencias ideológicas.

También se avanzó en la extensión y aplicación de otros derechos como el de la integridad personal, el reconocimiento de la persona jurídica, el derecho a la intimidad, el libre desarrollo de la personalidad, la libre expresión; igualmente la libre circulación, el derecho al buen nombre, al debido proceso; a no ser sometido al destierro y por supuesto los derechos fundamentales a la salud y la prevalencia de la niñez.

Sin lugar a dudas la Constitución como norma nos ha entregado herramientas muy valiosas en busca de convertirnos en una sociedad más civilizada, coherente, pero desafortunadamente aún no hemos logrado pasar en toda su extensión a la acción en su aplicación. La norma de normas, aún está lejos de una ejecución plena, el ideal de país pensado en ella pareciera distante, pues su implementación y desarrollo no se han dado de la mejor manera, así como su comprensión y asimilación por parte de los ciudadanos, que aún hoy luego de 30 años no conocemos la dimensión de su valía, su extensión y alcance de todo lo allí definido y reglado.

Gracias a la Constitución del 91, hoy podemos elegir y ser elegidos, expresar ideas y hemos podido avanzar – no como se quisiera – en materia de acceso a la educación, derecho al agua, además, ya se dio  cumplimiento a la creación e implementación del estatuto de oposición y se insiste en la aplicabilidad de las consultas previas a las comunidades, un aspecto que en muchos casos han desconocido los gobiernos, pese a que se trata de un mandato claramente establecido y reglado por la Constitución.

En suma, contamos con una Carta Magna amplia e incluyente que nos hace falta hacerla más funcional, es necesario llevarla a la vida práctica, es un imperativo conocerla y apropiarnos más de ella con el fin de honrarla y respetarla. Tenemos una hoja de ruta que si la ejecutamos de manera correcta podemos conducirnos por el camino indicado, tal y como lo soñaron quienes hace 30 años tuvieron el honor y el patriotismo de aprobarla.