La Nación
COLUMNISTAS

Construyamos el futuro

"Regenerar la vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos”, palabras del Rey de España en su discurso de Navidad al pueblo español. ¿No sería oportuno escuchar del Presidente Santos un discurso similar?

Más aún, afirmó: "Necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable”. Palabras a la medida para nuestro país, donde muchos sentimos que la sociedad colombiana necesita reencontrar su norte en medio de tantas oportunidades que se presentan.
 
Dada la posibilidad de salir de la rutina, aún si se está lleno de trabajo pero con mayor control del tiempo personal, es el momento de reflexionar sobre el futuro. No solo sobre temas obvios: los hijos, los nietos, la familia, el trabajo, la salud, sino más importante aún, pasar a otro nivel y convertirnos en verdaderos ciudadanos en el sentido real de la palabra. ¿Que significa esto? Este sería el debate más importante que todos tendríamos que hacer porque el mensaje debería ser: el futuro próximo, 2015, y el de largo plazo, está en nuestras manos.
 
Sorprende encontrar tanta gente preocupada, cuando no desilusionada por razones que no siempre son económicas. La inseguridad está en primera línea y son los habitantes urbanos los más afectados porque creyeron que este problema no los tocaría. Pero en general, es la desconfianza que se ha generado en cada individuo sobre la transparencia o mejor aún, sobre la honestidad de las actuaciones de los demás. Desconfiamos hasta de nuestra propia sombra  y así no se construye futuro y menos país.
 
Como sugerencia, hagamos el propósito de empezar a construir esa Colombia que todos añoramos, antes de que las nuevas generaciones de la mejor gente de este país, más educadas que nosotros, más globalizadas, decidan irse al exterior. De hecho ya está sucediendo, sin que hayamos hecho mucho por evitar este costosísimo desangre. Recuerden casos como el del Uruguay donde emigraron masivamente generaciones enteras buscando horizontes más propicios para sus vidas.
 
Sin embargo, tenemos ejemplos dentro de nuestro país para construir el futuro: podemos aprender de la cortesía de los paisas; de la alegría de los caribeños, de la organización de los santandereanos; del humor de los pastusos; del orgullo de los vallecaucanos; de la resistencia de los chocoanos. Más aún, del valor de todos estos departamentos, nuevos y viejos, que han vivido la guerra en su piel y aun se defienden, trabajan y son alegres. Y empecemos por reconocernos especialmente entre urbanos y rurales para que cerremos al menos de una de nuestras absurdas brechas: la que persiste entre el campo y la ciudad.
 
Los primeros que deben dar ejemplo son los que se sienten o son líderes: cero arrogancia porque no hay demasiadas cosas en nuestra generación de las que podamos orgullecernos. Menos egoísmo y poca vanidad, porque al final lo que contará es lo que hayamos hecho por los demás. Más patriotismo.
 
Volviendo a las palabras del Rey de España, empecemos por regenerar la vida política que aquí en Colombia no es precisamente un modelo; recuperemos la confianza en las instituciones que aquí se nos están diluyendo cada día más entre la ineficiencia y la corrupción. Pero sobre todo, empecemos a hablar de ese Estado de Bienestar que no existe y que se confunde con mantener a los pobres menos mal, pero pobres.
 
 
cecilia@cecilialopez.com