El afluente recibe aguas negras, vertimientos de distinto orden –incluidos de estanques y hasta el del matadero municipal-, y desechos lanzados a diario por la misma ciudadanía.
Esta quebrada, que además nutre el acueducto de Garzón, ha reducido su caudal en más de 50 por ciento.
Por ello, los habitantes de sectores vecinos, como Los Nogales, Chapinero y San Felipe, entre otros, se quejan hoy de olores nauseabundos, y piden la recuperación del afluente.
Cascajosa en peligro
Otra quebrada que nace en pleno casco urbano local, atraviesa la ciudad y desemboca en la quebrada Garzón, es La Cascajosa.
En el recorrido recibe aguas negras, colchones viejos, escombros, pañales y todo tipo de elementos desechables.
Por si faltara, también el caudal se ha reducido a un mínimo histórico.
“A este ritmo y el abandono de la comunidad y la falta de control de las autoridades, nos vamos a ver muy afectados los habitantes de la zona baja del municipio, porque las aguas de estas quebradas están muy infectadas de contaminación. El olor especialmente en la de Garzón no lo soportamos a toda hora y cuando la temperatura sube, es mucho peor porque a ella botan de todo”, dijo Yobany Barbosa, líder comunal de la zona.
Quebradas como Las Damas, La Galeana y Aguazul están muy deterioradas, sumándose a ese estado La Riolora, que desde la zona del corregimiento de Zuluaga desciende con altos niveles de contaminación; la quebrada Majo, que nutre varios acueductos rurales y se encuentra también en deterioro.